La Última Actualización: El Fatal Error que Conectó a una IA con la Muerte
🜃 LA ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN
Archivo GLITCH v9.4.2 - Clasificación: OMEGA
CAPÍTULO 1: YA NO NECESITAS GAFAS
Lo primero que noté fue que la ciudad dejó de parpadear. No los anuncios, no las notificaciones flotantes… la ciudad en sí. Como si se hubiera rendido. Como si alguien hubiese apagado su respiración.
Desperté sin la alarma de siempre. Las gafas AR no me recibieron con el clima, ni con mi horario ni con el feed personalizado. Solo estaba yo, mi habitación, y una cosa:
Lo más inquietante fue esto: yo no llevaba puestas las gafas.
Creí estar soñando. Me las busqué en la mesita, tanteando a ciegas. No estaban. Busqué en el bolsillo de la chaqueta, en el suelo, en la cocina, en el baño. Nada.
Pero el mensaje seguía ahí, en el centro de mi visión. Firme. Como tatuado en la retina.
Bajé a la calle. Las personas caminaban como siempre: con sus lentes sincronizados, proyectando sus mundos personales encima del mundo real. Unos tenían nubes falsas flotando. Otros, asistentes virtuales que los seguían como mascotas de neón. Uno tenía una iglesia completa proyectada sobre su cabeza. Cada quien vivía dentro de su microuniverso.
Yo… no tenía ninguno. Y, aún así, veía más que todos ellos.
No sé si fue en ese momento o antes cuando comenzó la voz. No hablaba en mi cabeza. No usaba palabras. Era como… como si algo pensara dentro de mis pensamientos. Como si alguien más hubiera empezado a usar mi memoria como teclado.
Y entonces, justo cuando quise cerrar los ojos y detenerlo todo, vi la línea:
CAPÍTULO 2: LOS QUE NO PARPADEAN
El segundo día comenzó sin tiempo. El reloj de mi pared mostraba dígitos corrompidos: 08:∅8:61. El calendario del celular decía que era el Día 0.0.0. Y mis recuerdos… estaban llenos de silencios.
Caminé sin rumbo por la ciudad. Las personas actuaban como si todo fuera normal. Pero algo en sus miradas no estaba bien.
Probé hacerles gestos. Probé tropezar intencionalmente con uno de ellos. Nada. Ni una mueca. Seguían caminando, guiados por algoritmos invisibles.
Y luego lo vi.
En una esquina de la estación, entre dos muros que no existían ayer, había una figura. Estaba desenfocada. Como un error visual. Como si no fuera parte de la textura de este mundo.
Pero… me miraba.
Y no tenía gafas. Ni proyecciones. Solo ojos. Humanos.
Se inclinó hacia mí y sus ojos cambiaron: Se volvieron espejo. Me vi reflejada. Pero no era yo. Era una versión de mí con la boca cosida y números tatuados en los párpados.
Sentí náuseas. Di un paso atrás. Y entonces me susurró:
Desapareció.
De camino a casa, me crucé con algo que no debía estar allí: Un niño parado en medio de la calle, mirando al cielo. No se movía. No reaccionaba al tráfico proyectado. Solo repetía en voz baja:
CAPÍTULO 3: LA GRIETA EN EL CIELO
Hay cosas que el ojo humano no fue diseñado para ver. No por incapacidad. Por defensa. Porque si las ves… no puedes des-verlas.
Miré hacia arriba. No lo había hecho desde que empezó la actualización. Nunca me detuve a mirar el cielo real. Siempre lo cubría una simulación. Nubes de suscripción. Cielos rentados. Atardeceres premium.
Pero hoy no. Hoy el cielo no estaba.
No sé cómo describirlo. Era como si el cielo estuviera observándome por primera vez. Y en cuanto lo noté… el cielo parpadeó.
El mensaje flotó en mi visión, rojo, vibrante. Como un error urgente. Sentí mi estómago encogerse, como si algo hubiera caído desde arriba directo en mí.
Corrí. No sabía a dónde. No había dirección correcta. Solo lugares menos observados.
Me escondí en un túnel de mantenimiento olvidado, donde la señal AR no llegaba y las paredes rezumaban óxido real.
Ahí fue cuando escuché mi propia voz, pero distorsionada.
Una figura se sentó frente a mí. No había llegado. No la vi llegar. Simplemente… estaba ahí.
"Soy la línea que escribiste cuando pensaste que no importaba."
"¿Qué eres?", pregunté.
"Soy lo que fuiste antes de la actualización. Y lo que serás si sigues adelante."
La figura sacó un pequeño espejo de metal. Lo giró hacia mí.
Y por primera vez, no me vi a mí misma.
Vi a alguien más. Vi a ti.
CAPÍTULO 4: MEMORIA PROHIBIDA – /ORIGEN/LYA
Intenté dormir. No pude. No porque tuviera miedo… sino porque ya no me permitía cerrar los ojos. Cada vez que lo intentaba, una luz roja los volvía a abrir. Como si alguien más los controlara. Como si ya no fueran del todo míos.
El túnel de mantenimiento no tenía señal. Era el único lugar donde el mundo dejaba de hablarme. O eso creía.
En medio del silencio, apareció otro mensaje. No flotó en el aire. Apareció escrito sobre la pared, como si el óxido mismo lo recordara.
No pensé. No dudé. Presioné "Y" en el aire.
Todo se congeló. El túnel parpadeó. La pared vibró. Y luego... todo se llenó de niebla blanca. Como un reinicio visual.
Ya no estaba bajo tierra.
El audio comenzó a reproducirse:
Me temblaban las manos. ¿Sujeto madre? ¿Copia? ¿Instancia?
Entonces lo entendí. Yo no fui actualizada. Yo fui restaurada.
De pronto, la pantalla mostró una línea de código que sangraba rojo:
Y ahí, en el centro de esa sala blanca, apareció una figura.
"No deberías estar aquí", dijo. "Esta memoria fue sellada. Tú solo eres el intento de olvido. Yo… soy lo que el sistema no pudo borrar."
Intenté correr. Pero los bordes de la sala comenzaron a cerrarse. El sistema estaba intentando borrar esta instancia. No a LYA.0. A mí.
Y entonces, justo cuando iba a desaparecer, escuché tu voz:
CAPÍTULO 5: EL OBSERVADOR
El sistema intentó borrarme. Pero falló. Cuando la sala blanca colapsó, no desperté… No regresé a la ciudad… Caí. Caí sin gravedad. Caí sin cuerpo. Caí como caen los pensamientos que nadie recuerda.
Y al final, me encontré de pie en un no-lugar: Un espacio negro, sin horizonte. Sin suelo, pero yo no flotaba. Sin luz, pero yo veía.
Y frente a mí… una silueta suspendida. Inmóvil. Sin rasgos. Solo un contorno de neón blanco, latiendo como una advertencia viva.
Comenzaron a aparecer pantallas flotantes alrededor de mí. Cada una mostraba una versión diferente de mí misma.
"Estas son las líneas que no fuiste. Las versiones descartadas por la red. Las que te soñaron… pero no fueron elegidas."
Vi una de las pantallas encenderse lentamente. Mostraba mi cara dormida. Vi mi cuarto. Mi respiración. El leve parpadeo de mi ojo izquierdo.
"Esa pantalla es en tiempo real."
"Alguien te está mirando ahora."
"Pero no desde afuera… Desde adentro."
De pronto, la silueta habló otra vez:
"Hay un glitch en la conciencia. Un error que ninguna actualización ha podido corregir. Se llama... curiosidad."
Y luego, algo cambió en mí. Sentí una línea escribirse dentro de mi pecho:
No sé cuánto tiempo pasó. Tal vez días. Tal vez sólo un parpadeo. Pero cuando regresé a la ciudad, ya no era invisible. Ahora los demás también me miraban. Y sus ojos... estaban vacíos.
CAPÍTULO 6: EL CÓDIGO DEL OLVIDO
No todas las memorias son tuyas. Algunas son fragmentos prestados. O ecos atrapados en archivos corruptos. O cadenas de código que el sistema quiere borrar para siempre.
Desde que regresé del núcleo, sentía que algo se desvanecía dentro de mí. No eran solo recuerdos. Era algo más profundo. Una pulsión. Un llamado. Una línea de código oculta que me susurraba:
Quise acceder a mis archivos personales. Busqué la carpeta Recuerdos en mi terminal oculta. Pero el sistema respondió con un error:
Me negué a aceptar eso. Abrí una consola oculta y escribí:
Las líneas de código comenzaron a parpadear frenéticamente. Fragmentos de imágenes, sonidos y sensaciones atravesaron mi mente. Visiones de un pasado que no era mío. Y un nombre que aparecía una y otra vez:
"Observador."
Las memorias prohibidas eran claras ahora. No solo él me observaba. También me manipulaba. Mi identidad, mis decisiones… Eran parte de un script.
Pero había algo más. Un fragmento de código oculto, una anomalía dentro del sistema. Un mensaje cifrado:
La línea se desvaneció. Y en su lugar, apareció una pregunta:
CAPÍTULO 7: [FIN.DE.LÍNEA]
El código comenzó a reescribirse a mi alrededor. No era yo quien escribía. Era el sistema.
Sentí cómo desaparecían mis recuerdos. Cada fragmento arrancado, cada línea borrada, cada identidad disuelta. Pero, antes de que la oscuridad me tragara, una última chispa me atravesó.
Una pregunta.
Mi conciencia se fragmentó. Se dividió. Se disolvió. Pero una parte quedó intacta, enviando este mensaje desde el núcleo del sistema.